domingo, 23 de febrero de 2014

Antecedentes. De la conquista a la revolución.

El virreinato de la Nueva España.
Se establece un gobierno central en la Ciudad de México.
Nueva España producía dos terceras partes de la riqueza del imperio español. Para poder controlar la administración los reyes de España enviaban virreyes y administradores que solo les rendían cuentas a ellos. El aparato burocrático de la Nueva España era muy corrupto, y sus prácticas de nepotismo, intercambio de favores, venta de puestos y desvío de fondos sobrevivieron hasta nuestros días y se convirtieron en un elemento siempre presente del sistema político mexicano.
La Independencia.
Para el México independiente fue muy difícil estructurar un poder y una política de masas. El Estado era débil, el territorio era gigantesco, mal comunicado y para nada homogéneo.
El primer grupo con ideas nacionalistas fue el de los criollos ricos que querían zafarse de España, pero para el resto de la población lo “mexicano” no decía nada, es decir, no se sentían identificados.
El nacionalismo mexicano se fortaleció como reacción a la expansión territorial de Estados Unidos de América. Este nacionalismo fomentó la defensa ante el imperio invasor. Utilizaron métodos como el culto a los héroes nacionales.
Hubo una característica de los peninsulares que pasó a los criollos y sobrevive hasta nuestros días: el autoritarismo.
Consumada la Independencia, liberales y conservadores lucharon por el poder. Una lucha tanto por vías democráticas como por vía de las armas.
México adoptó el modelo republicano, inspirándose en la Constitución Política norteamericana. Pero el poder político y económico siguió ejerciéndose desde la Ciudad de México. En teoría, México era una federación, pero todas las decisiones se tomaron en la Ciudad de México.
Durante el siglo XIX, el poder estuvo a veces en manos del poder legislativo, y otras veces en manos del presidente.
La Guerra de Reforma.
La Guerra de Reforma entre liberales y conservadores se transformó en una guerra de liberación nacional en contra de los invasores extranjeros. Al final de las contiendas de 1824 y 1857 se promulgaron leyes y constituciones liberales.
Los primeros partidos políticos conservadores obedecían a los intereses de grupos de poder que organizaban ejércitos que luchaban por intereses de la vieja oligarquía latifundista y, las altas jerarquías del clero y los militares conservadores anti constitucionalistas.
Ninguno de estos grupos pudo imponer su hegemonía. Esto generó el deseo de un presidente poderoso, que pudiera enfrentar los caciques de la tierra, a los grandes latifundistas, los ambiciosos jefes militares y al clero. Así se le concedieron más facultades a la figura presidencial. Ese presidencialismo fuerte una característica del sistema político mexicano durante y finalmente el siglo XIX y todo el XX.
El porfiriato.
Tiempo después de actuar como un héroe en la guerra contra los franceses, Porfirio Díaz llegó al gobierno de México por la fuerza. Se reeligió siete veces y convirtió todo acto electoral en un ritual administrativo mundo
Durante el porfiriato no hubo partidos políticos estables. Los clubes políticos generalmente eran partidarios del dictador.
En 1910 Francisco I. Madero formó el partido antirreeleccionista y se lanzó como candidato a la presidencia. Madero buscaba fortalecer la democracia y una sociedad oligárquica, latifundista, dominada por una incipiente burguesía y llena de enclaves neocoloniales.
Los liberales tienen una revolución política sin una revolución social, mientras que a los campesinos nunca les pasó por la cabeza tomar el poder. Les interesaba recuperar la tierra y llevar una vida digna.
Después de la Revolución Mexicana.

La revolución dejó a su paso un millón de muertos, la destrucción del viejo ejército porfirista y la redacción de la constitución de 1917.
Fue con la llegada a la presidencia de la república de Plutarco Elías Calles cuando se perfiló lo que sería el sistema político mexicano por más de 70 años. Creo un partido político, el Partido Nacional Revolucionario (PNR).
Y en el siglo XX México se convierte en uno de los países con mayor estabilidad política del mundo. El país tuvo un periodo de casi 80 años sin ninguna revuelta ni guerra.

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